Una economía que sangra: se van los dólares, llega la deuda
El modelo económico libertario impulsado por Javier Milei está dejando un saldo concreto y alarmante: fuga récord de capitales, endeudamiento acelerado y una fragilidad creciente de las reservas del Banco Central.
En apenas mes y medio, según datos del Centro CIFRA de la CTA, salieron del país 5.247 millones de dólares.
Esa cifra equivale al 44 % del primer desembolso del FMI, lo que revela una cruda realidad: los dólares no duran en la economía argentina ni el tiempo que tardan en transferirse de cuenta.
Mientras se agotan las divisas, el Gobierno insiste en construir un espejismo de estabilidad con herramientas precarias: bonos de corto plazo, tasas exorbitantes, pases pasivos y otros parches que solo ganan tiempo, pero no resuelven la raíz del problema.
El relato de la “motosierra” no alcanza para tapar los agujeros de un plan que depende de capitales golondrina, ajustes fiscales sin desarrollo y financiamiento externo a cualquier costo.
El problema es estructural: falta una política industrial, un modelo de desarrollo y un proyecto de país.
En cambio, crecen las señales de insostenibilidad. La cuenta corriente cambiaria se hunde por el aumento de las importaciones, los viajes al exterior y el pago de intereses. Las reservas netas están en rojo por más de 9.500 millones de dólares. Y los vencimientos en moneda extranjera que se avecinan entre 2025 y 2027 superan los 75.000 millones de dólares.
Ni el FMI lo disimula: suspendió el último desembolso de junio y exige acumular reservas, pero la Argentina hace exactamente lo contrario.
¿Quién paga todo esto? El pueblo argentino. Porque detrás del “ajuste heroico” no hay épica, sino caída del consumo, más pobreza, más hambre, más exclusión.
La especulación financiera puede maquillar la escena por un tiempo, pero la realidad social y económica golpea cada vez más fuerte.
Milei prometió libertad. Pero lo que estamos viendo es una libertad total para que se vayan los dólares y para que crezca la deuda, mientras millones de argentinos siguen sin poder llenar el changuito. Es tiempo de preguntarse si el rumbo elegido no nos está ll?