Karina Milei ordena a los Menem salir al rescate: defensas a destiempo en medio del escándalo por coimas
A casi una semana de que estallaran los audios que revelan presuntas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), el Gobierno de Javier Milei sigue sin dar explicaciones serias.
En cambio, eligió una estrategia de manual: mandar al clan Menem a los medios para intentar despegar a Karina Milei, una de las principales señaladas en el caso.
La jugada no fue espontánea. Según confirmaron fuentes oficiales, la orden partió directamente de la secretaria general de la Presidencia, que permanece en silencio absoluto mientras su entorno político y familiar intenta blindarla. “Sí, hubo un cambio de estrategia, estamos todos coordinados”, admitieron funcionarios de Casa Rosada.
El primo Eduardo “Lule” Menem fue el primero en romper el silencio, desmintiendo los audios que lo involucran en negociaciones para acomodar cargos clave en la ANDIS. “Jamás imaginé tener que salir a desmentir una burda operación política”, se defendió en redes, aunque el contenido de los audios lo deja mal parado: “Lule me quiso meter el más importante de todos. Para chorear”, se escucha decir al exfuncionario Diego Spagnuolo, hoy investigado por la Justicia.
Horas más tarde fue el turno de Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, quien repitió el libreto en A24: negar, acusar al kirchnerismo de “operación política” y poner “las manos en el fuego” por Karina Milei, a quien los audios señalan como último destino del dinero de las coimas.
La reacción tardía y calcada dejó más dudas que certezas. En la propia Casa Rosada admiten que la puesta en escena fue ordenada de apuro: “Algo había que hacer”, reconoció un funcionario cercano al Presidente, incómodo con la improvisación.
Mientras tanto, Javier Milei se mantiene en silencio, refugiado en la excusa de que “es la Justicia la que tiene que hablar”. El costo político, sin embargo, ya se siente: los bonos argentinos se desplomaron en los mercados y la crisis de credibilidad del oficialismo se profundiza.
Lejos de aclarar, la intervención de los Menem parece haber confirmado lo que ya sospechaban propios y ajenos: que el escándalo no es una operación externa sino un problema interno que compromete directamente al corazón del poder.