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Espert, otro moralista de cartón que quedó al descubierto

El caso de Fred Machado no solo expone una trama de negocios turbios y vínculos incómodos, sino también el verdadero rostro del liberalismo que hoy intenta venderse como ejemplo de ética y transparencia.

José Luis Espert, el mismo que se llena la boca hablando de “honestidad”, “libertad” y “cárcel o bala”, aparece salpicado por un contrato de más de 200 mil dólares con un empresario que hoy denuncia haber sido usado y negado.

Machado lo dice sin vueltas: “El error de Espert fue negarme”.

Y tiene razón. Porque cuando el discurso moralista se cae, lo que queda al descubierto es la hipocresía de quienes viven señalando a los demás mientras esconden sus propias miserias.

El diputado que hoy posa al lado de Milei y se erige como paladín de la “decencia” fue beneficiario directo de la ayuda de un hombre hoy envuelto en una trama internacional de dinero y aviones.

No fue una ayuda ideológica ni un préstamo entre amigos: fue un contrato formal, con transferencias y logística, por cifras que cualquier ciudadano argentino promedio tardaría décadas en reunir.

La doble moral es marca registrada del espacio libertario. Milei grita contra “la casta”, pero se rodea de políticos reciclados y empresarios de dudosa reputación.

Espert pontifica sobre la “pureza moral”, pero cuando le piden explicaciones, se hace el distraído.

Lo que indigna no es solo la mentira, sino el descaro con el que se creen impunes. Hablan de “república” y “libertad”, pero no soportan que se los cuestione. Pretenden ser fiscales de todo el país mientras su propio pasado los condena.

Machado, más allá de sus causas, tiró una frase que los descoloca: “Me cortaron las piernas”. Y sí, lo hicieron.

Porque en la Argentina del relato libertario, la lealtad solo existe mientras sirve para la foto. Después, como siempre, los dejan tirados.

José Luis Espert quedó expuesto. Ya no puede seguir dando clases de moral desde un pedestal manchado por su propia hipocresía. Y Milei, que lo apaña y lo celebra, demuestra una vez más que el cambio que prometió no era más que una farsa al servicio de los mismos de siempre.

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