La renuncia de Bullrich expone otra grieta en el gobierno de Milei
La salida de Patricia Bullrich del Ministerio de Seguridad no es un simple trámite: es otra señal del derrumbe silencioso del proyecto mileísta, que pierde figuras propias aun antes de cumplir un año en el poder.
Bullrich, una de las funcionarias emblema del Gobierno, se va en medio de promesas incumplidas, caos interno y una política de seguridad que no logró ni orden, ni resultados, ni paz social. Todo lo contrario: más conflicto, más represión y menos respuestas.
En la carta dirigida a Javier Milei, la ministra agradece la “confianza”, pero no aclara lo evidente:
su renuncia deja al descubierto el desgaste y la improvisación con la que se conduce un gobierno que cambia funcionarios como si fueran descartables.
Bullrich promete “defender las reformas” desde el Senado. Pero su salida marca un hecho imposible de disimular:
👉 si hasta los propios cuadros de Milei se alejan, es porque adentro ya nadie cree en la ficción del “orden” que pregona el Presidente.
Mientras el país enfrenta tarifazos, retrocesos institucionales y un clima social cada vez más tenso, Milei pierde otra pieza clave y demuestra que no puede retener ni sostener a los mismos funcionarios que eligió hace menos de un año.
La llegada de Alejandra Monteoliva es solo un parche. El problema es más profundo:
un gobierno sin rumbo, sin cohesión y sin capacidad para garantizar la estabilidad mínima que exige la seguridad de los argentinos.
