Reforma laboral: el Gobierno de Milei se contradice y crece la desconfianza
El Gobierno nacional salió a negar la retroactividad de la reforma laboral, pero lo hizo a contramano de las propias declaraciones de Federico Sturzenegger, dejando al descubierto improvisación, contradicciones internas y un mensaje confuso hacia millones de trabajadores.
Mientras desde el oficialismo intentan tranquilizar diciendo que “los derechos adquiridos no se tocan”, el propio ministro había afirmado que la nueva ley alcanzaría a todas las relaciones laborales, no solo a las futuras. La marcha atrás no despeja dudas: las palabras ya fueron dichas y el temor quedó instalado.
La CGT fue contundente y habló de “sincericidio”. Para el sindicalismo, el Gobierno mintió deliberadamente y ahora intenta corregir el discurso ante el costo político. Denuncian que el proyecto es regresivo, quita derechos individuales y colectivos y deja al trabajador a merced del mercado, sin protección real.
Pese al rechazo social y gremial, La Libertad Avanza busca acelerar el trámite, controlar comisiones y llevar el dictamen al recinto antes de fin de año, evitando un debate profundo.
Todo indica que el objetivo no es mejorar el empleo, sino flexibilizar, ajustar y disciplinar.
En nombre de la “modernización”, el gobierno de Milei vuelve a mostrar su verdadero rumbo: avanzar sobre derechos históricos, desoír a los trabajadores y gobernar a fuerza de imposiciones, aun cuando ni siquiera logran ponerse de acuerdo entre ellos.
