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Chile define su futuro en un balotaje marcado por el avance de la ultraderecha

Chile vive este domingo una segunda vuelta presidencial atravesada por una fuerte polarización política y social.

En un escenario inédito desde el retorno de la democracia, el candidato de ultraderecha José Antonio Kast aparece como favorito en las encuestas y se enfrenta a Jeannette Jara, representante de la coalición gobernante de izquierda.

El ganador de los comicios asumirá la Presidencia el próximo 11 de marzo de 2026, en un país tensionado por el debate sobre seguridad, migración y modelo económico.

Kast, abogado de 59 años, líder del Partido Republicano y férreo defensor de políticas de mano dura, propone la deportación de cerca de 340.000 migrantes sin papeles —en su mayoría venezolanos— y un combate frontal contra el delito. “El país se cae a pedazos”, repite como consigna central de campaña, en su tercer intento por llegar a La Moneda.

De fuerte impronta conservadora, católico practicante y padre de nueve hijos, Kast ha expresado públicamente su respaldo a la dictadura de Augusto Pinochet y llegó a afirmar que, de estar vivo, el exdictador lo votaría. Su historia familiar también genera controversia: su padre fue miembro del Partido Nazi en Baviera y emigró a Chile tras la Segunda Guerra Mundial, donde luego desarrolló una empresa alimenticia.

Enfrente se encuentra Jeannette Jara, abogada de 51 años, exministra de Trabajo y figura del Partido Comunista, que se presenta como una opción de izquierda moderada. Jara promete fortalecer el salario mínimo, defender el sistema previsional y sostener políticas sociales.

En la primera vuelta, realizada el 16 de noviembre, obtuvo casi el 27% de los votos, mientras que Kast quedó segundo con el 24%, pero logró reagrupar rápidamente a los votantes del arco conservador.

La inseguridad y la migración dominaron la agenda electoral, pese a que Chile continúa siendo uno de los países con menores índices de criminalidad en América Latina.

Sin embargo, especialistas advierten que la percepción social del miedo supera ampliamente los datos reales.

“El estallido social fue largo y traumático, y eso generó un giro hacia posiciones más conservadoras”, explicó la politóloga Claudia Heiss. A esto se suma el regreso del voto obligatorio, que incorporó cerca de cinco millones de nuevos electores, muchos de ellos con una inclinación marcada hacia la derecha.

Para algunos votantes, la promesa de orden y autoridad resulta decisiva. “Lo más importante es la seguridad, poder salir sin miedo y volver a casa tranquilos”, señaló Úrsula Villalobos, una ama de casa que anticipó su voto por Kast, aun reconociendo que las medidas propuestas pueden ser “extremas” al inicio.

Con el país dividido y el resultado abierto, Chile enfrenta una elección clave que definirá no solo su próximo gobierno, sino también el rumbo político y social de los próximos años.

Con información de dpa y AFP

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